El fotógrafo en la nueva normalidad se enfrenta a retos desconocidos una vez superado el confinamiento y la desescalada. Con las cuentas vacías, todavía no está claro si la actividad del fotógrafo tradicional seguirá teniendo sentido en el futuro.
Circulan miles de artículos sobre los distintos proyectos que muchos fotógrafos y aficionados han llevado a cabo durante la dura etapa del confinamiento. Numerosos concursos de fotos desde tu ventana, colecciones de imágenes de la vida cotidiana durante el confinamiento, incluso escapadas furtivas al mundo exterior para captar fotos históricas de las vacías calles de nuestras ciudades.
Pero no se ha escrito apenas nada sobre el futuro de la fotografía con la nueva normalidad.
Indice del artículo
Haciendo fotos durante el confinamiento
A mí personalmente no me sedujeron ninguna de aquellas propuestas.
Reconozco que bajo el punto de vista del fotoperiodismo, resultaba tentadora la idea de escapar a las calles vacías y captar unas imágenes que sin duda pasarán a la historia. Pero no tenía ánimo para hacerlo. Ni tampoco ningún tipo de motivación creativa ni mucho menos económica.
En cuanto a las fotos desde ventanas, azoteas o balcones, apenas se pueden conseguir unas pocas imágenes interesantes, a no ser que te hayas dedicado a la práctica de la ventana indiscreta. En realidad, todo dependía mucho del sitio en el que estabas viviendo y de las cosas que pasaban a tu alrededor sin poder salir a buscarlas. Y por supuesto que nunca tuve ni el más mínimo interés, en dedicarme a captar imágenes de personas saltándose el confinamiento. Me parece algo simplemente abominable.
Sin embargo reconozco la valentía de quienes aceptaron ese reto. Aquellas personas que se propusieron aprovechar de alguna manera, un episodio único en la historia de nuestro país, para retratar las emociones, los miedos, los sentimientos y cómo no, los momentos de alegría de las personas de su entorno cercano. Comparto esta impresionante foto de Unai Beroiz, para ilustrar el caso particular de un fotógrafo que quiso aceptar ese reto.
Ese fué un proyecto realmente difícil en el que, en primer lugar, te enfrentabas a tus propios miedos. Era mucho más fácil dejarse abducir voluntariamente por el huracán de estadísticas diarias, de críticas a los políticos o de bulos en las redes sociales, antes que observar detrás de una cámara lo que realmente estaba sucediendo a tu alrededor. Ese ejercicio te impedía evadirte del presente para obligarte a reflexionar sobre el futuro. Y claro, no era plato de buen gusto para nadie, asumir un presente bien negro y vislumbrar un futuro gris oscuro.
Acabó el confinamiento. ¿Y ahora qué?
Efectivamente ya hemos pasado del negro al gris oscuro. Y aunque las cosas todavía no hayan mejorado económicamente para los fotógrafos, nuestro propio estado de ánimo está cambiando. En las primeras fases de la desescalada ni siquiera quedaba claro si estaba permitido hacer fotos en la calle. Pero poco después todo fué avanzando rápidamente.
Simplemente tener la libertad de salir a la calle a hacer aquello que más nos gusta y mostrarlo a los demás, ya supone un cambio muy importante de actitud. Y este cambio incita a la creatividad y estimula al emprendimiento de nuevos proyectos, más acordes con la nueva normalidad.
Ahora ya sólo faltan los clientes y los recursos necesarios para poder seguir subsistiendo sin otra fuente de ingreso que la fotografía. Realmente es muy difícil vivir sólo de la fotografía, y esto lo dice alguien que nunca lo ha conseguido al 100%.
Somos realmente pocos los fotógrafos que renunciamos voluntariamente a la fotografía de bodas, pero está claro que tradicionalemnte era una de las actividades que más ingresos reportaba al sector. Justamente esta ha sido la espada de Damocles para la mayoría de los profesionales en este año 2020, en el que el confinamiento se llevó por delante, precisamente el período con mayores ingresos.
Cualquier tipo de fotografía de eventos, como conciertos, festivales, congresos, ferias, deporte, seminarios, fiestas… y un sinfín de ejemplos más, se han visto igualmente perjudicados por este paréntesis de nuestra existencia. Y lo peor de todo es, que todavía no sabemos cómo se podrán desarrollar todos estos eventos en un futuro bajo la nueva normalidad. Muy pocas personas van a estar interesadas en protagonizar fotos de bodas con mascarilla y distancia social de por medio. Ni siquiera tenemos la certeza de que los eventos multitudinarios vayan a poder celebrarse algún día a medio plazo.
Bajo mi punto de vista, es posible que el porcentaje de ingresos percibidos por la fotografía de eventos (incluyendo las bodas), se vea ampliamente sobrepasado por otro tipo de demandas como la fotografía de producto, al menos en los próximos meses.
Tengamos en cuenta que el comercio electrónico se ha disparado durante esta etapa y además ha creado unos hábitos de compra que no tienen marcha atrás. Muchas empresas están inviertiendo para potenciar su venta online y muchas otras más, ya han apostado por implementar este canal después de experimentar la impotencia de competir sin igualdad de condiciones en el mundo virtual.
La nueva normalidad de la fotografía
Mientras las expectativas de negocio se van consolidando y el volumen de trabajo se normaliza, es un buen momento para dedicarnos a replantear nuestras estrategias con vistas al futuro. Hay muchos consejos que nos pueden inspirar acerca de las acciones que podemos adoptar en función de nuestro negocio.
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